La aventura de aprender y el desafío de enseñar

ARTÍCULO DE REFERENCIA

 

 

Presentación

La lectura que se recomienda en esta ocasión es el editorial que el profesor Miguel Ángel Zabalza Beraza ha incluido en el número 1 del volumen 9, correspondiente al período enero-abril de 2011 de la Revista de Docencia Universitaria (REDU), de la cual es Director. Este documento se presenta con la autorización expresa del autor, quien ha considerado que será un placer poder compartir trabajos con nuestra revista.

La obra del profesor Miguel Angel Zabalza es conocida en las universidades de ciencias médicas cubanas, porque sus trabajos han sido de mucha utilidad para los propósitos de la Maestría en Educación Médica Superior, iniciada en la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana (UCMH) por la Escuela Nacional de Salud Pública (ENSAP) en 1998 y que en la actualidad cuenta con ediciones en las más importantes universidades de ciencias médicas de Cuba.

El profesor Zabalza es Académico de la Universidad de Santiago de Compostela, se desempeña en el Departamento de Didáctica y Organización Escolar, de la Facultad de Ciencias de la Educación. Ha desarrollado sus principales líneas de investigación en docencia universitaria, diseño curricular y formación del profesorado. Miembro de la Comisión de Calidad de la Universidad de Santiago de Compostela. Forma parte de las Agencias de Evaluación de Canarias, Catalunya, Castilla y León, País Vasco y Galicia. Evaluador Internacional en Portugal, Italia y Chile. Fue Coordinador del Programa de Evaluación del Plan de Formación del Profesorado Universitario de ANECA. Investigador Principal de más de 25 proyectos de convocatorias competitivas. Ha sido profesor en las universidades Complutense (1974-75), UNED (1975-78) y Santiago de Compostela, desde 1978 hasta la actualidad.

El contenido de este editorial es universal. Sin lugar a duda, por diferentes razones y condiciones en los diversos contextos, la universidad contemporánea está atravesando una etapa compleja, en consonancia con la realidad socioeconómica del mundo y justamente por la misión social que tiene, le corresponde de forma ineludible un protagonismo desarrollador, que como motor pequeño, contribuya a impulsar el motor grande de las transformaciones que necesita la humanidad para lograr una vida plena y decorosa para todos, con mayor justicia social y equidad.

Ese enfoque es congruente con las ideas tan importantes que expresa el profesor Zabalza en su editorial: "Eso es lo que pretendemos que sean nuestras universidades: contextos de aprendizaje enriquecedores. No lo lograremos si pensamos que las soluciones han de venir de fuera. Solo nuestro convencimiento personal y el compromiso institucional nos permitirán abrir nuevos horizontes, incluso en tiempos difíciles".

Dra. Marta Pernas Gómez

 

La aventura de aprender y el desafío de enseñar

Miguel Ángel Zabalza

Universidad de Santiago de Compostela

Hay un aprender que es mero fruto del desarrollo normal de las personas. La vida es la "gran maestra", decimos. Crecemos en el centro de una compleja maraña de vínculos, relaciones y contextos que van generando situaciones y procesos ante los que debemos reaccionar, en los que participamos y de los que vamos alimentando nuestros conocimientos y afectos. Cuanto más ricas y estimulantes son esas situaciones, cuanto más nos desafían, mayor nivel de aprendizaje alcanzamos. Por eso podemos diferenciar con claridad entre contextos de vida enriquecedores y contextos que empobrecen. De los primeros, los sujetos extraen nuevas energías que van ampliando su capacidad de afrontar la vida con solvencia; de los otros, poco más se puede hacer que sobrevivir aunque, con frecuencia, no resulte fácil evitar el degradarse. Lo curioso, desde el punto de vista educativo, es que pocas veces se puede identificar rico con enriquecedor, ni pobre (en el sentido material) con empobrecedor. Se diría que lo material (ser rico o pobre) funciona, al menos en parte, de forma independiente a su potencialidad formativa.

Cuando el aprendizaje se convierte en un proceso intencional e institucional (algo que se encomienda en las escuelas y universidades y al profesorado que en ellas trabajamos) sigue requiriendo de condiciones bastante similares a las mencionadas. También se produce en el marco de vínculos, relaciones y contextos de cuya calidad va a depender lo que se aprende, la forma en que los sujetos mejoran. También podemos decir que no siempre los contextos más ricos son los más enriquecedores, ni que aquellos con recursos escasos hayan de ser, necesariamente, empobrecedores. Hay algo distinto, más cualitativo, más vinculado a la intensidad y el empeño, que trasciende los elementos materiales. Algo que tiene mucho que ver con el profesorado y con los propios estudiantes, algo que tiene que ver con el liderazgo y la forma de enfocar la energía colectiva. Algo que tiene que ver con el sentimiento compartido de la propia misión institucional y la capacidad para articularla, sacando el máximo partido a las propias fortalezas y complementando nuestras debilidades con apoyos externos.

No son buenos momentos para la universidad. No lo son por muy diversas razones. Si atendemos los discursos mayoritarios, porque cada vez escasean más los recursos sin que se alivien las presiones hacia la eficiencia. Si prestamos atención a otras voces más institucionales, porque se diluye cada vez más su autonomía y las universidades quedan al socaire de dinámicas políticas y sociales ajenas a su tradición. Ambas argumentaciones son, sin duda, correctas y describen bien una parte del problema, pero siguen manteniéndose en el discurso de rico = enriquecedor y, por ello, dejan fuera de foco otros aspectos más cualitativos de la situación.

Un socorrido argumento, en momentos de crisis, es el desplazamiento estratégico del locus of control, de las atribuciones causales que se hacen sobre los acontecimientos (cómo se explican, a qué se deben, de qué dependería el poder mejorarlos). Cuanto más el locus of control se sitúa fuera (la causa de que las cosas vayan como van son los otros: lo que sucede en el exterior, las decisiones que se toman sobre nosotros, los recursos que se nos conceden) menos creemos ser parte ni del problema ni de la solución. Simplemente las cosas nos ocurren y no depende de nosotros lo que vaya a suceder. Somos los sufridores de la situación y eso nos convierte en meros supervivientes. Si el locus of control permaneciera en el interior y el sistema de atribuciones nos situara dentro del círculo de los problemas vividos, tendríamos que pensar que también nosotros (universidad y profesorado) formamos parte del problema y, por ende, deberíamos formar parte activa de la solución. No podemos controlar los acontecimientos externos a la universidad que acabarán incidiendo en su interior, pero sí podemos organizarnos para planificar modalidades positivas de afrontamiento. Eso era lo que decía uno de los principios de la "planificación estratégica" de las universidades: buena parte de lo que sucede dentro de las universidades, tiene su origen fuera de ellas. Es mejor prepararse para afrontarlo que quedarse quieto y esperar que las situaciones y sus efectos vayan impactándonos.

Últimamente ha cundido un cierto desánimo en el mundo universitario, como si la creciente restricción de recursos supusiera, de facto, la imposibilidad de hacer nada relevante en la docencia universitaria; como si nos abocara irremediablemente a la condición de supervivientes. Hemos desplazado completamente el locus of control al espacio exterior: lo que sea de la universidad en el futuro depende poco de lo que desde dentro de la propia universidad podamos hacer. Es como si un cierto sentimiento de impotencia se fuera extendiendo como un virus maligno. No son buenos tiempos para el optimismo. Y sin embargo, la universidad bulle de energías. Que el contexto se nos haya empobrecido no debiera suponer, irremediablemente, que su efecto formativo resulte menos enriquecedor.

Para RED % U Asociación y, por ende, para RED % U Revista, resulta de gran importancia destacar y visibilizar la mucha ilusión académica que, aún en circunstancias adversas, es capaz de generar la universidad y su profesorado. Se siguen haciendo cosas estupendas en esta universidad que lucha por sobrevivir. En este número presentamos experiencias que tienen que ver con el Aprendizaje basado en problemas. En números posteriores irán apareciendo otras modalidades docentes que se alinean perfectamente con los enfoques de enseñanza más enriquecedores. Eso es lo que pretendemos que sean nuestras universidades: contextos de aprendizaje enriquecedores. No lo lograremos si pensamos que las soluciones han de venir de fuera. Solo nuestro convencimiento personal y el compromiso institucional nos permitirán abrir nuevos horizontes, incluso en tiempos difíciles.


La revista

Como podrán observar nuestros lectores, RED % U Revista de Docencia Universitaria está introduciendo cambios significativos en su estructura e imagen. Dado que, por razones estratégicas y económicas, la hemos convertido en una revista electrónica, estamos decididos a aprovechar todos los recursos que lo virtual nos permite incorporar: grabaciones en audio y video, mapas conceptuales, links, comentarios, etc. El enorme esfuerzo que están haciendo nuestros equipos técnicos y su generosidad (al final, son profesoras y profesores que se roban a sí mismos y a su promoción en la carrera muchas horas para que el producto que ofrezcamos resulte atractivo y con facilidad de acceso) son muy de agradecer. Empezamos esta nueva época llenos de ilusión. Esperamos no defraudar a quienes nos precedieron y esperamos, igualmente, colmar las expectativos de los miembros de la RED % U y resultar útiles a cuantos docentes luchan esforzadamente por una universidad que, más rica o más pobre, constituya siempre un contexto enriquecedor para sus estudiantes.



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