Señor editor:
Cuando se hace referencia a “tutor de tesis”, se alude, conceptualmente, a un profesor que se desempeña como supervisor académico en el largo, complejo y muy productivo proceso de elaboración de una tesis. Generalmente, se trata de un profesor asignado por la institución y aprobado por el tutorado, ya que representa una alianza de aprendizaje, un proceso de simbiosis, en el cual los dos actores ganan en experiencia, en conocimientos y en cultura.
Las funciones del tutor son aclarar dudas; interpretar y enriquecer ideas; propiciar situaciones de aprendizaje; corregir resultados; e identificar y contribuir a desarrollar actitudes, hábitos sociales, comportamiento individual y colectivo, así como motivación y amor por la ciencia, la producción intelectual y la vida.
Teniendo en cuenta lo anterior, y así debiera quedar plasmado en la legislación sobre el tema, un tutor de especialidades debe poseer un dominio teórico profundo y un alto nivel científico, estar bien preparado ideológicamente, resultar ejemplo de autosuperación, contar con elementos de dirección científica y metodológicos, y, a la par, poseer determinados atributos personales.
Una de las tareas más importantes del tutor es la supervisión efectiva, la cual incluye la promoción de una cultura de la investigación, la evaluación temprana y realista de las necesidades del estudiante, la clarificación de expectativas y límites, las reuniones frecuentes para garantizar la revisión del trabajo escrito y la retroalimentación inmediata y constructiva.1
La supervisión constituye una herramienta pedagógica muy poderosa. La buena retroalimentación desafía, pondera, critica, invita, corrige y estimula al estudiante para mejorar su investigación y lo que comunica con esta; la inútil, lo deja confuso sobre qué debe hacer.1
Otro componente principal de una tutoría -reconocido como esencial por la literatura- resulta el encuentro presencial entre tutor y autor. La alta frecuencia de encuentros representa uno de los factores que más contribuye con la calidad del proceso y su culminación exitosa. La frecuencia ideal de encuentros puede variar según la etapa de la tesis y el área disciplinar; aunque la calidad de los encuentros es más importante que su frecuencia para satisfacer las necesidades del autor.2
En una investigación en 355 doctorandos en una universidad australiana, se halló que, a pesar de que se advierten diferencias entre disciplinas y contextos, en general, las reuniones frecuentes -cada dos semanas- resultan en la finalización satisfactoria de la tesis.2
Manathunga3 destaca que el buen supervisor se reúne regularmente con su dirigido, monitorea su progreso, y adapta la enseñanza y la orientación a las necesidades particulares de este.
Bolker4 ha reconocido que el papel del tutor es complejo y ambiguo, porque necesita de cualidades personales como afecto y generosidad, a lo cual habría que agregar la disponibilidad de tiempo. Estos aspectos de tipo psicológico promueven un ambiente que mejora el desenvolvimiento y avance de las sesiones de trabajo con un clima confortable y no intimidante.
La dimensión comunicativa, en ocasiones, tiene expresión y alcance más difíciles, ya que se precisa usar correctamente el lenguaje, respetar, observar, negociar y establecer una relación de confianza, en intercambios interpersonales, que estimulen con una crítica constructiva para lograr afectividad en el proceso tutelar.
Debe reconocerse que un tutor ideal debe tener dominio del tema que le han propuesto y disponibilidad para atender a los educandos, y sentirse capaz de lograr una buena comunicación, así como conocer los fundamentos de la metodología.
Para Arteaga y Feria,5 una de las funciones del tutor radica en hacer valer los criterios, las estrategias y las conclusiones a los cuales se ha arribado como binomio en el proceso de producción científica. La expresión más notable de esta función es el apoyo que realiza el tutor en el momento de la defensa de la tesis, en cuyo escenario este aporta argumentos y criterios que favorecen la comprensión de lo tratado.
Un tutor, en todo momento, debe demostrar el dominio del método científico y poseer información actualizada sobre el tema de la tesis; estar siempre abierto a diferentes abordajes o aristas, sin menoscabo de los aportes del tutorado; contribuir con ideas y sugerencias constructivas; y poseer destrezas para la búsqueda de información. Por ello, el proceso tutorial es flexible, oportuno, permanente y útil, respetuoso e interactivo.
En el sistema de educación superior cubano, la figura del tutor se ha asociado, tradicionalmente con la asistencia científico-metodológica que brinda un especialista de reconocido prestigio en un determinado campo del conocimiento. El Reglamento del Régimen de Residencia en Ciencias de la Salud, en su artículo 58, reconoce la figura del tutor y le caracteriza como “un docente, especialista o investigador que, con experiencia en un campo del conocimiento, orienta y controla el desarrollo del Trabajo de Terminación de la Especialidad”.6
Se debe recordar que hay muchas formas de expresión de las tutorías que pueden ejemplificarse en tutores que no han sido de los profesores más notables en la producción científica, pero tienen facilidad para resolver problemas de tesis; que se consideran tan capaces que desestiman la labor del residente, por lo que constituyen los verdaderos autores del trabajo; que solo prestan atención a los detalles y tienden a producir retrasos innecesarios; o que impregnan a los educandos del convencimiento de que la tesis es solo un requisito formal. También hay tutores exigentes, meticulosos y comunicativos, que promueven la realización de tesis exitosas; que anhelan guiar muchas tesis, aunque no tenga posibilidades de serlo; o que nunca están accesibles para el estudiante, porque se encuentran de viaje por razones de trabajo, lo que puede llevar a un final insatisfactorio. Mientras, otros ven la tesis por casualidad, a mitad de año, y descubren un mar de errores, pero logra su recuperación con buenos resultados y; lamentablemente, algunos se enteran de que eran tutores el día de la defensa.
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1. Difabio de Anglat H. Las funciones del tutor de la tesis en educación. RMIE. 2011 [acceso 22/06/2019];16(50). Disponible en: http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1405-66662011000300012
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2. Heath T. A quantitative analysis of PhD students' views of supervision. Higher Education Research & Development. 2002;21(1):41-53. DOI: https://doi.org/10.1080/07294360220124648.
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3. Manathunga C. The Development of Research Supervision: "Turning the light on a private space". International Journal Academic Development. 2005;10(1):17-30. DOI: https://doi.org/10.1080/13601440500099977
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4. Bolker J. Writing your dissertation in fifteen minutes a day: a guide to starting, revising and finishing your doctoral thesis. New York: Owl Books; 1998.
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5. Arteaga F, Feria H. Las funciones del tutor doctoral. Conferencia científico-metodológica [Inédito]. Las Tunas: Centro de Estudios Pedagógicos de la Universidad de Ciencias Pedagógicas; 2012.
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6. Resolución 108 de 2004 del Ministro de Salud Pública. Capítulo V, Artículo 58.
- » Recibido: 20/07/2019
- » Aceptado: 15/02/2021
- » Publicado : 15/07/2021